Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: De Esferas III. Espumas. 6

En las islas antropógenas comienza una aventura protoarquitectónica: y, efectivamente, a causa de la sinergia de la construcción animal de nidos y nichos y del funcionamiento homínido en campamentos, hasta que un día lejano las exigencias de espacio, ya humanas, hayan cristalizado tan ampliamente en que de ellas pueda derivarse un estímulo apremiante a la construcción de chozas, pueblos y ciudades. Partimos de la tesis que la arquitectura constituye una reproducción tardía de configuraciones espontáneas de espacio en el cuerpo grupal. Aunque el hecho humano se base en un efecto invernadero, los invernaderos primarios antrópicos no poseen, en principio, paredes y tejados físicos, sino, si se pudiera decir así, sólo paredes de distancia y tejados de solidaridad. El ser humano, el animal que tiene distancia, se yergue en la sabana: así consigue la perspectiva del horizonte. Como habitantes de una forma de aislamiento de nuevo tipo, los seres humanos se instalan cabe sí mismos.
(Sloterdijk, 2004: 277s)

Comentarios
  1. Partimos de la tesis que la arquitectura constituye una reproducción tardía de configuraciones espontáneas de espacio en el cuerpo grupal. Aunque el hecho humano se base en un efecto invernadero, los invernaderos primarios antrópicos no poseen, en principio, paredes y tejados físicos, sino, si se pudiera decir así, sólo paredes de distancia y tejados de solidaridad. Esto es tan brillante que debería ser un acápite glorioso a un tratado de Teoría del Habitar.


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