Patrones (VIII) Pasajes

Galería Vittorio Emanuele II, Milán

Quién sabe cuánto hace que me repito todo esto, y es penoso porque hubo una época en que las cosas me sucedían cuando menos pensaba en ellas, empujando apenas con el hombro cualquier rincón del aire. En todo caso bastaba ingresar en la deriva placentera del ciudadano que se deja llevar por sus preferencias callejeras, y casi siempre mi paseo terminaba en el barrio de las galerías cubiertas, quizá porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre.

Julio Cortázar, “El otro cielo”
Imposible no maravillarse con la magnificencia de las antiguas galerías.
Pero también es preciso reservar cierta admiración ante la habitación de los pasajes. Se trata de tránsitos especiales, de ceremonias de paso, de rituales de hondo contenido existencial.
Julio Cortázar imaginó, para siempre, una galería que conectaba el veraniego centro de Buenos Aires, a través del Pasaje Güemes con un invernal y sórdido París que emergía de la galería Vivienne.

Después de “El otro cielo” los pasajes siempre llevan a Otra Parte.

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