La consumación: material, funcional, simbólica

Canaletto (1697- 1768) Plaza San Marco (1760)

En estos tiempos en que todo se consume, es preciso reivindicar la virtuosa consumación de la arquitectura.
Una arquitectura consumada es aquella que persiste en su ser, más allá de las oscilaciones circunstanciales del gusto o la adhesión más o menos entusiasta y efímera. La consumación material es algo más que la pura perduración del artefacto bien construido: es la pacífica aceptación de un orden que trasciende la pura circunstancia y logra conferir al lugar una identidad histórica cabal.
Una arquitectura consumada es aquella que se conserva lozana en su implementación siempre renovada. La consumación funcional no es la pura perduración de la entidad útil, sino en la renovación constante y viviente de cambiantes de sus prestaciones.

Una arquitectura consumada es aquella que desarrolla y potencia, a través de la historia, una significación propia y a la vez, constantemente renovada. Porque la consumación simbólica de la arquitectura trasciende muy largamente los presupuestos que dan origen al gesto tectónico: es la historia de la vida que allí tiene lugar la que se significa y le confiere su potencia simbólica al significante construido.

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