Paisaje en construcción crítica (II)

Charles-François Daubigny (1817- 1878) Riberas del río Oise (1875)

Recordemos lo que el Diccionario de la RAE entiende por ‘paisaje’:
1. m. Parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar.
2. m. Espacio natural admirable por su aspecto artístico.
3. m. Pintura o dibujo que representa un paisaje ( espacio natural admirable)
Hoy me ocuparé de la segunda acepción, que recoge un sentido laudatorio de la expresión. En realidad, con el concurso de un espacio (natural o antropizado) banal, corriente o aún desagradable también puede construirse un paisaje como tal. El aspecto artístico invocado por la Academia alude a la cualidad de pintoresco, aspecto merecedor de la atención de un artista o esteta.

No se puede negar para nada el papel histórico en la conformación efectiva de nuestras actuales ideas sobre el paisaje que han tenido los artistas denominados paisajistas. Pero una parte del territorio que puede ser observada por un sujeto no es un paisaje en virtud de su eventual aprobación estética calificada, sino como agente eficaz de una percepción de cualquier naturaleza: artística, científica o práctica.

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