La bipedestación y la dimensión vertical (I)


Susan S. Bank (1938)

La evolución hacia la bipedestación dota de un peculiar significado a la dimensión vertical.
Bien podría pensarse que esta dimensión trascendente del lugar es una estructura conquistada y esta característica se evoca en una atávica moralización proyectada desde el cuerpo hacia el entorno. Lo eminente, lo distante y lo elevado se oponen así a lo bajo, alcanzable y postrado. Es el cuerpo que ha conquistado su actitud el que se vuelve una vara de medir estaturas y estatutos. La postura erguida se asocia a la actividad vital, mientras queda para el sueño, la enfermedad y la muerte la antagónica postración.
Bien podría pensarse que el impulso irrefrenable a desafiar tectónicamente la gravedad con artefactos cada vez más erguidos sobre el horizonte no se deba a una soberbia propia de la evolución de la especie.
Esa arrogancia que no por nada puede designarse también como altivez

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