Autodestrucción ciudadana



Las ciudades viven dinámicas autodestructoras. En sus entornos se generan procesos urbanizadores sin ciudad. Se impone un uso depredador del patrimonio natural, social y cultural. La ideología del miedo y la obsesión de la seguridad disuelve la convivencia ciudadana y reduce los espacios públicos. La ciudad de calidad se vuelve excluyente, la especulación prioriza el valor de cambio sobre el del uso, la arquitectura de los objetos substituye al urbanismo integrador.
Jordi Borja, 2015

Asistimos con estupor a la autodestrucción ciudadana.
Cada día avanzamos inexorablemente hacia una urbanización difusa, dispersa y desagregada. Pululan los enclaves hostiles en un mosaico sociourbano que enclasa y segrega a los ciudadanos según ingresos y subculturas.
Qué bueno es vivir en familia, afirma, no obstante, el grafiti.

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