Multisensorialidad de la pasión habitable


Frederick H. Evans (1853-1943)

El cuerpo recibe los influjos del lugar y los procesa con el conjunto estructurado de sus sentidos.
En contra de lo que es habitual considerar, la percepción visual no es la única responsable de nuestras vivencias entrañables de la arquitectura. Y quizá ni siquiera sea el sentido de la vista el medio más idóneo para cargar con el compromiso de la síntesis multisensorial.
La pasión habitable se experimenta con toda la sensibilidad, la que se estructura de un modo en que no comprendemos bien en la actualidad. De ello se infiere que los perceptos del lugar son de suyo complejos, aunque coherentes y significativos. Es tiempo de arriesgar la hipótesis que enuncia que hay una sensibilidad múltiple del cuerpo específicamente estructurada, al menos para dar cuenta de las vivencias de las personas en el lugar que pueblan.
De esta hipótesis se desprenden ciertas derivaciones importantes. La primera es que es preciso atender y considerar en todo su potencial y realización efectiva el aporte de todos los sentidos. Al respecto, es ejemplar el estudio minucioso realizado por Juhani Pallasmaa en su Los ojos de la piel (2005). No se abundará aquí en tal aspecto. El segundo corolario de la hipótesis es que la sensibilidad, a nuestro respecto, se presenta estructurada, esto es, compuesta de modo complejo, coherente y finalista. La tercera deriva es la que considera que el habitar supone una disposición sensible específica que es preciso estudiar y cultivar.

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