Paul Strand
(1890-1976)
Hay en
todo lugar una tercera vocación, que es la que aboga por la autenticidad.
Tal
autenticidad es producto superior de la síntesis de la plenitud viva propia del
lugar. Es una virtud que debe ser aquilatada en su valor, cuidada éticamente y
cultivada con esmero por parte de una arquitectura humanista. Porque la fuente
de sentido genuino de los lugares habitados es la excelencia en resultar una
cabal fisonomía de las personas que la pueblan, una expresión superior de su
cultura y su proyección de futuro como civilización.
No hay
logro científico, ético y artístico más valioso y perdurable que la
autenticidad intrínseca de los lugares.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario