Notas para una filosofía del habitar (XXI) Discurso, retórica



La actividad arquitectónica implica la superposición de dos modalidades de discurso: el de las formas, que constituye una escritura con cosas y lugares, por una parte y por otro, por las teorías, consignadas en escritura convencional, que la justifican o promueven.
Esta característica supone una compleja operación retórica. La teoría convence, mientras que la forma seduce. De tal modo, el comitente obtiene la arquitectura que merece, en un contexto común con su arquitecto, toda vez que se armonizan conveniente y durablemente ambos modos retóricos.
La retórica de la seducción por la forma arquitectónica opera rindiendo al sujeto a la presunta evidencia que las cosas y los lugares no han hecho más que situarse mutuamente de un modo adecuado, digno y decoroso. Hay una cuota de satisfacción y otra de sorpresa agradable mutuamente imbricadas.
Por su parte, en el discurso teórico se suele apelar a los recursos de la razón, al argumento fundado, sin olvidar la consigna movilizadora. También es necesario construir un marco general de inteligibilidad, de congruencias axiológicas y de anticipaciones ideales. Por lo general, los destinatarios de la literatura teórica son los arquitectos profesionales, mientras que los destinatarios de la seducción de las formas son consumidores relativamente sofisticados, que marcan tendencias de distinción y buen gusto dominantes.
No debe descuidarse de ningún modo el aspecto retórico intrínseco de la producción arquitectónica. Porque, en este oficio, nada llega a funcionar efectivamente en la vida social sin su cuota de convencimiento y seducción.

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