Hábitos de penumbra


Oded Wagenstein (1986- )

Con una frecuentación mínima pero necesaria podemos movernos por nuestro ámbito habitado no tanto gracias al auxilio de los sentidos como por la asistencia de la memoria.
Hay una cierta virtud en los hábitos de penumbra. Porque en tales circunstancias, nos quedamos con lo esencial de nuestras estancias, ensimismados y dueños soberanos de nuestro aquí. A la mitigación de la luz le corresponde también cierto dichoso casi silencio y una tibieza que tanto conforta la piel como el ánimo.
Entonces estamos allí, en todo el profundo y entrañable sentido de tal expresión.

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