Norberto
Chávez ha propugnado por una arquitectura
que obedezca a una vocación de vida.
No se
trata, simplemente, de una arquitectura henchida de vida por los azares de la
fortuna. No se trata, simplemente, de una arquitectura viva por su compromiso
con el habitar. Tampoco se trata de una arquitectura meramente fértil para
reproducir y proliferar en ocurrencias logradas. Se trata de otra cosa.
Una
arquitectura con vocación de vida no se contenta con albergarla: de un modo
fundamental promueve la felicidad de
desarrollar la existencia con plenitud.
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