¿Qué sería de la arquitectura
si no pensamos en las relaciones espaciales que genera el ser humano al
habitar?
Patricia
Barroso Arias
Allí
donde uno se demora habitualmente, es donde tiene su morada.
La
morada no se define, entonces, como una simple cosa, sino que se entiende como una más o menos prolongada y
reiterada vinculación entre un sujeto y un sitio, conformando un lugar. No se
trata tampoco y simplemente de una porción determinada de espacio, sino que es, fundamentalmente, un tiempo que se prolonga configurando un lugar, una estructura
espaciotemporal. Esa estructura espaciotemporal tiene un foco peculiarmente
intenso de sentido en una región del campo y una gradación compleja de valores
en función a los desplazamientos relativos a ese foco.
Disponer
de una morada, por lo tanto, es muy diferente de poseer una vivienda o una
casa, es desplegarse morosamente en un sistema jerarquizado de lugares.
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