Habitar el aire. I. La danza

Aquellos que danzan con vocación y talento conquistan con plenitud el aire que habitan.
El aire, elemento amorfo por excelencia, adopta una forma significativa cuando el danzante se la confiere por imperio de su coreografía. Pero estos artistas son primus inter pares; dan una versión excelente de una facultad ampliamente difundida en el género humano. En efecto, nuestros gestos cotidianos, nuestros recorridos, nuestras actividades también constituyen coreografías ordinarias que también confieren forma al aire que habitamos.

Una arquitectura con vocación de vida debería ofrecer adecuados escenarios a la danza cotidiana de los cuerpos en el aire.

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