En la dimensión osmotópica del habitar (I)

Café Tortoni, Buenos Aires

Cuando tras ausentamos por algún tiempo prolongado de nuestra casa, volvemos a ella, la primera sensación que recuperamos es el fondo olfativo: recobramos el olor propio de nuestro lugar.
Quizá por esta causa, mi esposa suele pedirme, en esas circunstancias, que prepare café, como gesto de autobienvenida. El aroma del café que ambos apreciamos mucho es no sólo familiar, sino especialmente deseado. También quizá por esta causa es que a cada ciudad que visitamos no omitimos buscar una acogedora y bien ambientada cafetería, allí donde el consabido aroma nos sitúe, a la vez, en un territorio deseado y familiar. Así es que recordamos con especial afecto a establecimientos como el entrañable Café Tortoni de Buenos Aires.

El mapa de nuestro territorio es un dilatado y complejo polígono pautado por marcas osmotópicas dispersas, deseadas y, a la vez, familiares.

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