En la dimensión osmotópica del habitar (II)

Cocina integrada en una vivienda mínima

La frenética compresión de las áreas construidas conduce ineluctablemente a las denominadas cocinas integradas, que tan coquetas lucen en las imágenes.
El pequeño detalle es que las fotografías no tienen olor. El problema con estas cocinas integradas es que los aromas que pueden resultar incitantes en el momento del apetito, suelen resultar deplorables en la ocasión de la saciedad. Piénsese en un sofrito, sin ir más lejos. Su olor resulta primoroso en la sartén, pero un incordio en los almohadones.

La atención a la dimensión osmotópica del habitar permite percibir que no sólo habitamos sumidos en el espacio, sino también y fundamentalmente, en el tiempo, allí donde hay unas secuencias entre los perfumes de un antes y los tufos de un después. Y nosotros en medio, siempre con una misma nariz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario