Situaciones, estados y eventos del habitar pensante

Charles Degeorge (1837- 1888) La juventud de Aristóteles (1875)

Tremenda pregunta que te invito a formularte: "¿Dónde estás cuando estás pensando?"
Manuel Delgado, 20171

La pregunta del acápite resulta removedora.
Creo que puede contestarse de forma oblicua. Esto es, difiriendo la cuestión del dónde hacia el cómo.
Si uno se pone a pensar la cuestión puede lanzar la hipótesis que el discurrir puede provenir históricamente del hábito de la marcha. De un modo especialmente significativo, nuestro curso de reflexiones tiene mucho del marchar, de antecedentes causas y de avances consecuentes, de desarrollo de hipótesis a tesis, de progresiones y recapitulaciones. Puede creerse que hemos aprendido, como especie, a discurrir con las enseñanzas del hábito de la marcha. Luego hemos independizado el hábito del pensamiento del hábito motriz simultáneo. Así podemos reposar sedentes y marchar con el pensamiento.
Pero al adquirir hábitos sedentarios recurrentes podemos generar un aprendizaje de otro modo: un pensar situado, un enfrentamiento mental a una situación o problema a resolver. Este resolver problemas bien pudo aprenderse en el hábito sedentario, allí donde nos situamos y ordenamos las cosas de nuestro mundo según conveniencias y métodos. Quizá el habitar recurrentemente ciertas estancias o habitaciones nos haya brindado la posibilidad de pensar así.
Aún habría (y las hipótesis no hacen más que multiplicarse en un flujo estimulante de la imaginación creadora) un modo de pensar que mucho le debe al atravesamiento de umbrales, a la alternancia de tránsitos y estancias. Se trata de un pensamiento eventual, un atravesamiento de umbrales epistemológicos, allí en donde algún aspecto nuevo se nos revela. Aquello que los griegos clásicos tenían por aletheia.
De esta manera puede sospecharse que ciertos hábitos corporales con respecto a los lugares poblados han servido de aprendizaje a un pensar que logra introducirse allá en las profundidades de nuestro propio interior.

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