Plumas ajenas: Manuel Delgado

La relación social en la sociedad contemporánea sí que está basada en el principio de la relación cortés, es decir en la lógica de la seducción. El modelo de nuestra vida como seres sociales —aquella de la que tanto y tan bien ha hablado Goffman— se basa en el modelo que le presta la sociedad cortesana. Es la sociedad cortesana la que históricamente establece un primer esbozo de lo que llamamos relaciones públicas, en la que se organiza únicamente a partir de lo que se hace y de lo que se debe hacer, es decir a partir de las codificaciones que afectan a las maneras de hacer y a los ritos de interacción. La cortesía se define así como el saber vivir en la corte, saber moverse y actuar en una esfera en la que cada presente es permanentemente observado –la reserva aristocrática– y debe modular sus declaraciones y actos, hacerse opaco, resistirse a una inteligibilidad absoluta.
Es a mediados del XVIII cuando los valores de la cortesía se ven sustituidos por los de urbanidad y civilización. La sociedad burguesa —la nuestra— viene marcada, en efecto, por el paso de la vida en la corte a la vida en la ciudad como ámbitos de un tipo de vida basada en la cortesía urbana, es decir en la urbanidad.
Manuel Delgado, 2017

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