Breve admonición del confinamiento de la belleza en los museos


Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo

¿Por qué nos cuesta tanto soñar con un mundo en que la Belleza deambule por calles, plazas y rincones ciudadanos, en donde pueda gozarla a sus anchas el hombre libre? ¿Por qué nos empecinamos a hurtarle a la Belleza la luz del sol y enclaustrarla en las penumbras discretas a salvo del palpitar de la vida ciudadana? ¿Por qué la Belleza no sienta plaza si no es en el lado antagonista del umbral, en el sitio del más allá?
El confinamiento de la Belleza en los museos corresponde a la operación de definición nominalista del arte. En efecto, las instituciones sociales hegemónicas se reservan para sí tanto el delineado autoritario de las fronteras conceptuales de qué cosa sea el “arte” tanto como se aplican a levantar muros de exclusión y confinamiento a las “obras” o “eventos” que merecen la cocarda triunfal de “obras de arte”. Operación correspondiente y cómplice con las ceremonias obscenas de la especulación financiero en torno a los fetiches consagrados.
Seremos de verdad libres el día que se disuelvan los muros de los museos para dispersar el arte auténtico en el paisaje por todos habitado.

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