Dimensiones de la habitación de las sendas

Jean-Baptiste-Camille Corot (1796 – 1875) Orfeo (1861)

Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies.
Antonio Porchia

Lo nuestro es pasar canta Joan Manuel Serrat y dice bien.
Nuestra existencia tiene en el deambular su habitación más primitiva y constituyente. Así es que discurrimos: vivimos, pensamos, hablamos. Al conocimiento de primera mano de las cosas lo alcanzamos con los pasos; he aquí esto a lo que queríamos llegar, concluir o rematar. Nuestras sendas son los lugares habitados por el proyecto que nos impele a nosotros mismos hacia las siempre escasas certidumbres que podremos alcanzar de tanto en tanto. Pero es moviéndonos, navegando tiempo y espacio, aviando caminos y sendas que efectivamente transcurre nuestra existencia. La dimensión simbólica del andar es potente, luminosa, inextinguible.
En vano nos quieren reducir a la triste condición de meros circulantes. En la realidad efectiva de los caminos recorridos reside gran parte de nuestro capital vital. Ni el olvido de sí, ni el sinsentido del trayecto espacial abstracto pueden ocluir la esperanza de autonomía y libertad que nos confiere nuestra condición inexcusable de caminantes.
Y queda la dimensión imaginaria por considerar. Los caminos que es dable emprender ya mañana o ya en los sueños o ya en los territorios de Utopía. Las sendas que siempre están por desbrozar

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