Notas para una filosofía del habitar (XVI) Arquitectura y habitar


Paul Gustav Fischer (1860–1934) Velada en el Teatro Real (1888)

Una vez que uno se adentra por los pasillos laberínticos de la Teoría del Habitar, abandona, quizá para siempre su visión anterior de la propia Arquitectura.
El consabido juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz cede paso a la vibrante imagen de una arquitectura viva. Para que se complete a cabalidad el cuadro, las personas deben irrumpir con su propia vida, teniendo lugar. Recién entonces la arquitectura cobra un sentido humano positivo como servicio social. A las formas lábiles de los modos de vida le corresponderán, según características variables y contingentes, unos modos de constituirse los lugares en arquitecturas soñadas, proyectadas, construidas y habitadas.
Al preceder el habitar a la arquitectura, todo será diferente. Más humano.

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