René Groebli
(1927)
Los
senderos se hacen andando.
La
decisión de dirigirse en una determinada dirección la tiene la proyección del
cuerpo en el horizonte habitado. Sólo cuando el cuerpo opta por su destino,
sólo entonces es posible y hasta necesario hacer la senda. Es la marcha la que
descubre por dónde errar para encontrar el itinerario correcto. Son los pasos
que hacen huellas los que desbrozan el camino. El lugar de la senda se
construye con una suerte de liberación; porque el sendero se contenta con ofrecerse
indiscutible al movimiento, acomodado al paso, descubierto a la marcha. Los
senderos son aquellas regiones en que tenemos lugar andando y esto es mucho más
que circular. Es descubrir y practicar, en los lugares, su vocación de sendas
que nos conducen, con precisión, a nuestro destino.
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