Habitar como conducta

Antes se ha afirmado que el habitar es una conducta humana observable e interpretable.
Es frecuente que los arquitectos piensen que la forma construida condiciona fuertemente los modos de habitar. Pero si uno recorre un gran edificio de apartamentos, cada uno de ellos con disposiciones funcionales, constructivas y formales muy recurrentes, uno puede comprobar que las personas interpretan su ámbito de manera muy variada. Si se cuenta con una razonable holgura en las dimensiones, las familias ensayan diversas variantes de arreglo y estilo de vida. Pero si se cuenta apenas con las dimensiones mínimas reglamentarias en un plan rígido, entonces, las legítimas expectativas de arreglarse cada uno a su aire se ven frustradas.

Peculiarmente en lo que toca a la denominada vivienda de interés social, parece que deberíamos reconsiderar la rígida fórmula que afirma que la forma sigue a la función.

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