El lugar: observable e interpretable

Que el lugar sea observable como una arquitectura implica que se le entiende como un constructo humano destinado por el habitar y configurado esencialmente por un modo concreto de vivir situado en el espacio y en el tiempo.
El lugar, por ello, posee una estructura, una forma y una figura, y está poblado por una presencia humana consustancial que transforma significativamente los valores propios del sitio físico.
Por su parte, que el lugar sea antropológicamente interpretable supone que se reconoce un vínculo recíproco entre esa estructura, forma y figura con un entrañable contenido, significado y sentido humanos.

En virtud de esto, el lugar debe ser entendido como una singular manifestación significativa de la vida del hombre en la tierra. Éste es un valor, acaso fundamental, de toda arquitectura: que radique en la sabia, correcta y magnífica constitución de lugares para y por el vivir.

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