Paul Gauguin
(1848- 1903) Mette durmiendo (1875)
A las
tradicionales tareas arquitectónicas de proyectar y construir ha de agregarse
una imperiosa e imprescindible hermenéutica de las demandas sociales del
habitar.
Escuchar,
tomar nota, interpretar, repreguntar, indagar, propiciar la participación, el
diálogo, el intercambio, tales algunas de las nuevas tareas que son forzosas
para descubrir los motores ocultos del deseo y el sueño.
Ya se
ha dedicado mucho esfuerzo a la introspección, al cultivo del talento
profesional, al desarrollo creativo del espíritu del artífice. Y se seguirá
dedicando. Aquí se reclama algo de atención a la figura y a la contextura
concreta del habitante, a sus demandas explícitas y sobre todo, a las
implícitas.
Se
trata de indagar en el espíritu humano del protagonista de la arquitectura, que
no es, necesariamente, el arquitecto, sino quien habita los lugares.
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