Contra la ciudad adjetivada (VIII) Ciudad competitiva

Nueva York, autodefinida como la ciudad más competitiva

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

En este caso, conviene preguntar por quiénes son los que defienden la consigna de la adjetivación de las ciudades en términos de competitividad. Resulta esclarecedor que, para los tecnoburócratas del Banco Mundial, la cuestión es clara:
Una ciudad es competitiva
  • Si crece desde el punto de vista económico más rápido que las demás
  • Si aumenta el empleo en forma excepcional
  • Si se verifica allí un incremento tanto de la productividad como de los ingresos.
  • Si resultan atractivas para la inversión extranjera directa.
El problema es imaginar a todas las ciudades bregando a la vez y concurrentemente en volverse atractivas para los inversores, empresarios y tecnoburócratas. Puede resultar aterrador el cuadro resultante. Lo más pavoroso es que no es una situación puramente hipotética, sino que es una realidad efectiva. Así nos va.

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