Por una estética de las inmersiones

Anders Zorn (1860- 1920) Ernest Cassel (1886)

La estética, en su constitución ya tradicional, se ha construido sobre el paradigma de la contemplación distanciada: la cuestión empieza por separar convenientemente al sujeto esteta de su objeto estético.
La arquitectura se merece otro paradigma. Una alternativa es considerar al sujeto inmerso en la obra: esta habitación es el objeto estético por excelencia. Ya no se trata de contemplar, sino de inspirar y respirar, haciendo del hundimiento del sujeto en el objeto habitado el verdadero quid de la aisthesis fundamental. Recíprocamente, la arquitectura pasaría entonces a ser entendida como poética de honduras, adentramientos y participaciones.

La arquitectura del futuro debería forjarse una estética propia de las inmersiones para mejor ser comprendida y vivida.

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