Arquitecturas del lugar (VII) La gran escalera


William Henry Pyne (1769–1843) La gran escalera en Carlton House (1819)

Una escalera que en verdad pueda considerarse un lugar magnífico (y no sólo ampuloso o pretencioso) constituye un homenaje a la marcha majestuosa de la persona que la habita.
Existe un delicado punto de equilibrio entre una profundidad perspectiva generosa, una apreciable altura ganada, una amplitud conforme del paso y las fatigas que supone su práctica. Nada de naderías, pero tampoco de excesos. Una escalera magnífica de verdad se practica de modo solemne y grave, porque subir y bajar una escalera, ya se ha visto antes aquí, es un asunto solemne y grave.
Todas las dimensiones que afectan la estructura fundamental del lugar están implicadas en la habitación esforzada de una majestuosa sucesión de peldaños que se transitan paso a paso, con seguridad, dignidad y elegancia.

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