Según
André Corboz, la ciudad es un palimpsesto.
Los
palimpsestos, del griego πάλιν ('de
nuevo') y ψάω
('raspar'), son manuscritos antiguos borrados con la intención de volver a
emplear el papel o el pergamino en el que estaban escritos.
La
metáfora es realmente buena por sus múltiples niveles.
El
territorio, entendido como un soporte de escrituras, implica asumir la
arquitectura y el urbanismo como prácticas semióticas específicas.
Las
intervenciones urbanas y arquitectónicas equiparadas a distintas escrituras
suponen entender la habitación de los lugares como una operación semiótica
durativa.
La
operación recurrente de borrar parcialmente
y sustituir, parcialmente implica un
modo concreto de asumir y abordar la historia de la arquitectura y de la
ciudad.