El
movimiento moderno del siglo XX sentó los criterios de adecuación de la
vivienda en función a mínimos.
La
idea de existenzminimum significó un
constreñimiento dimensional y una depuración funcional. A la reducción espacial
acompañó de cerca una sensible pérdida de aquellas holguras que permitían la
plena asunción funcional y simbólica de los ámbitos habitados. Puede admitirse
que las duras condiciones impuestas por la primera posguerra mundial
determinaran tales constreñimientos, pero lo cierto es que resultaron
funcionales tanto a la especulación inmobiliaria como al desarrollo de
políticas sociales de vivienda.
En la
actualidad, podría pensarse que las dimensiones y funciones deberían formularse
ya no en términos de mínimos, sino de tamaño
conforme. Eso, si acaso no se ha perdido toda posibilidad histórica de
cambiar algo las cosas.
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