Aunque la mayoría de los autores podrían coincidir
en que a lo largo de la historia, las ideas de utilidad y adecuación no pueden
eludirse, hubo un momento en que se acentuaron y se tornaron en el valor
primero de la concepción de la arquitectura. La premisa básica “la forma sigue
a la función” se convirtió en el requisito fundamental para el logro de la
belleza y de la “verdad” en la arquitectura, para las teorías funcionalistas
desde fines del siglo XIX a principios del XX (aunque algunos enunciados
ligados a la importancia de la función fueron formulados con anterioridad).
Miriam
Hojman, s/f
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