Borradores de una genealogía de la Teoría del Habitar (III)


La cabaña de Heidegger en Selva Negra

Otro origen innegable de la Teoría del Habitar lo constituye la pregunta específicamente teleológica referida a la arquitectura.
La cuestión proviene allí donde se solapan los sentidos de las locuciones por qué y para qué. En efecto, hay que preguntarse por el porqué de la arquitectura —que es una cuestión en procura de una justificación humana del arte y la técnica—, a la vez y simultáneamente en concurrencia con la instancia que interroga acerca del paraqué —esto es, la finalidad última de todo esfuerzo arquitectónico—.
Aquí situados, no podemos conformarnos con hacer del proyectar y construir fines en sí mismos: menos aún considerar el artefacto construido como finalidad específica. La casa es apenas el ingenio del que se sirve el hombre para tener lugar en el mundo.
Es el sosiego de los seres humanos allí donde tienen efectivo lugar el fin de la arquitectura. Porque habitar es connatural a nuestra condición de existentes, la arquitectura nos es imperiosa como medio eficaz de poblar un lugar que hacemos nuestro.

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