La ciudad y la comodificación del medio ambiente


Michel Rosé (1963) Armonía urbana (2018)

[...] la construcción de la ciudad implica, en sí mismo, la comodificación del medio ambiente en la medida que determinadas porciones de territorio son apropiadas por el Estado, los empresarios o los pobladores, para destinarlos a usos urbanos.
Romero y Vásquez, 2005

¿Es acaso inevitable que la construcción de la ciudad implique en sí misma la comodificación del medio ambiente?
En el actual orden socioeconómico, hay que rendirse ante la evidencia de tal inevitabilidad. Sin embargo, nada impide concebir que, bajo otras reglas de juego —que habrá que descubrir, consensuar y aplicar— otros modos de concebir, desarrollar y consumar los hechos urbanos serán posibles. Modos en los cuales la habitación humana no resulte una intrusión explotadora de recursos ambientales. Modos en los cuales la comodificación no sea ni necesaria, ni oportuna, ni relevante. Modos en los cuales las ciudades habitadas no sean otra cosa que cultivos metódicos, respetuosos y sustentables del ambiente.
Serán modos en los que se pensará, con cuidado y atención, qué se construye y qué se deja a salvo de la construcción. Una alternativa a la actual oposición entre mercancías y vacíos. Una alternativa que desenvuelva una arquitectura de gentes, aire, agua, fuego y tierra.

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