Borradores de una genealogía de la Teoría del Habitar (IV)


Monumento a Andrea Palladio en Vicenza

Ninguna empresa es verdaderamente humana si no contiene, en su origen, un proyecto urdido sobre una conjetura de mundo futuro.
Puede decirse que la Teoría del Habitar ha nacido con la impronta originaria de concebir el alumbramiento de un necesario humanismo arquitectónico. Hoy como nunca nos es imperioso, imprescindible y acuciante un humanismo que sea capaz de liberar la condición humana de los aherrojamientos propios del lastimoso estado de nuestra civilización. En un mundo en que el sentido de adhesión a las cosas reifica la propia sustancia de la arquitectura, esto es, cuando se tiene por realidad arquitectónica la cosa construida por sobre el vínculo que este artefacto guarda con quien la habita, el humanismo nos es obligado. En un estado de cosas en que olvidamos el fin superior de la arquitectura, que libera a sus habitantes de las constricciones de la necesidad, el humanismo práctico nos es insoslayable. En una perspectiva de sustentabilidad futura de la propia humanidad como tal, el humanismo arquitectónico nos resulta urgente.
Con este sino es que se desarrolla el pertinaz impulso a ahondar en una Teoría del Habitar que nos abra una feraz ventana a un futuro más confortador que este lamentable presente.

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