Discusión: El acceso a la vivienda

Michel Rosé (1963) Cristal, hierro y naturaleza (2018)

La capacidad del mercado de generar una amplia oferta, sea ésta legal o ilegal, no produce ni de lejos una garantía real de acceso a la vivienda entendida como producto o mercancía. Más allá, lo hipertrofia. La verdadera fórmula maestra del capitalismo consiste en producir escasez basada en la abundancia. Haciendo abuso del requisito imperioso de vivienda como elemento de la reproducción social, el mercado inmobiliario se hace con el monopolio de la carencia. Sea cual sea la oferta, su éxito radica en que como clientes no podemos sustraernos de la opción última, la que consiste en desistir de comprar. Sin una adecuada intervención en el mercado del suelo que rescate las plusvalías para su redistribución urbana es difícil que las políticas públicas puedan garantizar un efectivo derecho a la vivienda. Para ello estas medidas debieran estar contenidas en un marco jurídico donde prevalezca la función social de la propiedad y en un contexto más amplio de garantías del Derecho a la Ciudad para todos los habitantes.
Cristina Fernández Ramírez, Eva García Pérez, 2014

El mercado inmobiliario está ofreciendo una amplia oferta de viviendas... cada vez más caras y reducidas en tamaño y calidad habitable.
Es en verdad una fórmula maestra del sistema eso de producir escasez basada en la abundancia. Porque lo cada vez más escaso es el acceso a lugares habitables, mientras que por algunos lados se construye con frenesí. Parece una paradoja, y sin embargo es la norma de la situación urbana hoy.
Esto debe ser contestado categóricamente con la política: no ya una política social de vivienda de interés social, sino una política estratégica que reivindique el derecho social de habitar lugares, ciudades y territorios con adecuación, dignidad y decoro.
Mientras no avance la conciencia social a este respecto, el “mercado” seguirá con su proceso de destruir ciudad a golpes de edificación, de consumir recursos ambientales frágiles y finitos, de segregar socioterritorialmente a los ciudadanos hasta conseguir que nos volvamos extraños para nuestros vecinos de la acera de enfrente.
¿Se nos ocurrirá alguna idea salvadora antes del desastre irreparable?

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