La estructura profunda de la casa (V)


Bert Teunissen (1959)

Según vamos marchando por el mundo, vamos apropiándonos de ciertas cosas a la mano, con el fin de operar en la vida. La casa es el punto del camino en que concentramos, acumulamos y disponemos más cosas sujetas a los rituales de la manipulación. Se trata de una estación estratégica en donde recuperamos energías e informaciones sobre lo que nos acontece en el camino, así como consideramos reflexivamente las cosas del vivir.
Estando en casa es que nos rodeamos de una colosal parafernalia de chismes significativos que se nos confabulan con la empresa de existir. Así, nos circunda el atrezo, la arquitectura de cosas, cada una de ellas un auxilio en la tarea compleja de construirnos la vida. Cada una de ellas al alcance del gesto habitual.
La puerta de la casa es una frontera por donde circulan, a veces con frenesí, las novedades, las chucherías, las queridas cosas nuestras. Algunas se quedan por años y décadas, mientras otras vuelven a cruzar, raudas y hacia afuera, avergonzadas con su rótulo de desperdicios. Los umbrales de la casa deberían quizá contar con torvos aduaneros que nos recordasen, una vez sí y otra también: ¿Necesitas eso, verdaderamente?

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