Bert Teunissen
(1959)
Los
andares se realizan sobre territorios normalizados por distintos tipos de
reglas. El mismo andar se sujeta a la alternancia nomotópica. Es en la casa en
donde se desarrolla con mayor intensidad una continua y persistente fijación de
normas. El orden político social no es sino un caso de la imposición de una
arquitectura de reglas sobre los comportamientos, quizá a imagen y semejanza de
la doméstica.
Dicen los ingleses My
house, my rules. Y quizá tengan una profunda razón,
ya que, mediante la estancia y la habituación, la costumbre consigue un imperio
singularmente prolijo que no consigue el mismísimo orden social, siempre
impreciso, siempre inconsecuente, siempre cuestionable. Pero en la casa cada
cosa y cada gesto consigue su lugar, mediante la imposición de reglas de hondo
consenso al que se someten de buen grado las voluntades y los cuerpos.
El
umbral de la casa es una línea de contundente límite de un campo de juego.
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