Bert Teunissen
(1959)
El
umbral de la casa es una región en donde el estrépito público cede ante los
sordos murmullos de la vida interior. Para esto necesitamos una puerta bien
sólida y contundente: para que deje atrás el bullicio, para que los cortinados
se queden con las reverberaciones del tumulto propio y ajeno y la casa resulte
algo sorda, muelle, apenas rumorosa.
Estar
en casa implica hacerse amo y señor de la música y la declamación dramática de
la vida. Estar en casa es estar en una reverberación justa y propia de ecos que
subrayan a su modo lo dicho y lo cantado. Estar en casa es oírse la voz propia
en el lugar especialmente temperado para ello.
Los
andares ceden ritmos: afuera podemos correr frenéticos, pero en la casa nos
podemos permitir errar con tiempos quedos. Deambular por casa es andar
caminando por alfombras de discreción.
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