Tener lugar


Henri Cartier-Bresson

Si uno se detiene a reflexionarlo, las personas experimentan cada una a su manera una pasión del lugar que pueblan.
El mundo nos pone en nuestro lugar mediante influjos, esto es, materias, energías e informaciones que dan cuenta de un cierto rigor, una cierta inclemencia, un cierto ensañamiento de las situaciones y los acontecimientos sobre nuestros cuerpos. Las situaciones y los acontecimientos fluyen raudos hacia nuestro interior más recóndito, conmoviéndonos el ánimo.
Tales influjos dejan marcas, señales, improntas sobre el cuerpo. La letra del mundo entra a golpes de aprendizaje. Por ello es que el tiempo nos siembra así el semblante y aún la contextura interior de memorias en forma de arrugas, de rictus, de frunces.
La composición coherente de influjos e improntas constituye lo que experimentamos como vivencias. Así, las situaciones y los acontecimientos se imprimen en la geografía e historia del cuerpo. La pasión del lugar que vamos ocupando día a día se superpone con la historia vivida. Eso es tener lugar.

El cuerpo como estructura estructurante


Stanisław Julian Ignacy Ostroróg (1863-1929)

El cuerpo se deja imaginar como una estructura estructurante o radiante que proyecta sus medidas y sus proporciones sobre el lugar. Tales medidas y proporciones no son exclusivamente métricas tales como la profundidad perspectiva, la altura y la amplitud, sino que comprenden todas las dimensiones en que opera el cuerpo. Al conjunto coherente de tales dimensiones hemos dado en llamar estructura fundamental del lugar.
Por otra parte, el cuerpo estructura el lugar según formas y figuras. Esto es, conforma con acciones, usos y ceremonias diversas vocaciones funcionales que califican los lugares, tanto como configura escenarios en donde tales vocaciones consiguen emerger fenoménicamente ante los sentidos.
En definitiva y mediante la facultad imaginativa, el cuerpo remata su labor haciendo de las figuras sensibles del lugar significantes portadores de significados comunicables. El cuerpo, así, habla y escribe el mundo

La necesaria antropología del cuerpo


Francis Meadow Sutcliffe (1853- 1941)

Es muy posible que para la antropología el cuerpo debe constituir una suerte de abismo temático.
En virtud de esta sospecha es preciso aquí señalar una demanda extradisciplinar propia de la arquitectura y de la Teoría del Habitar. Desde aquí requerimos una antropología del cuerpo según éste tiene efectivo lugar. Esto quiere decir atender a la realidad concreta del cuerpo viviente de su situación y acontecimiento, tanto en las cruciales instancias de la existencia, así como en su decurso cotidiano. Una antropología de los cuerpos acechados cuando hacen presencia y población en las sendas que transitan, en las estancias en donde se demoran, en los umbrales que trasponen.

El cuerpo y sus significados


Stanisław Julian Ignacy Ostroróg (1863-1929)

El cuerpo es donde se experimenta de forma concreta la pasión del mundo efectivamente vivido. El mundo se manifiesta mediante afecciones tan placenteras como dolorosas en la totalidad palpitante del cuerpo. El mundo nos arruga, nos percude, nos fatiga.
Recíprocamente, el cuerpo construye el mundo a su imagen y semejanza. El mundo muestra sus aspectos según lo interroga y comprende el cuerpo. La mirada constituye su paisaje, la escucha consagra su estrépito, la piel le confiere sus cualidades asibles y palpables. Las fuerzas del mundo son las efusiones de nuestros trabajos y nuestros días.
Y como el cuerpo es, en definitiva, el umbral en donde se cruzan ambas operaciones, así entonces el cuerpo se imagina a sí mismo. Según la cadencia de flujos, de trasposiciones, de sentidos. Así se nos figura el mundo, así se nos figura el cuerpo.

Operar con el espacio u operar con los lugares


Henri Cartier-Bresson

Muchos arquitectos operan —tanto cuando proyectan, así como cuando construyen— en un espacio euclidiano homogéneo, vacante y amorfo. Se aplican a conferirle forma a través de la coexistencia coherente de elementos constructivos tales como suelos, paredes y cubiertas. Sólo cuando el proceso de diseño se ha cumplimentado en la entidad proyectada, el espacio adquiere vocación de forma, la que sólo se materializa efectivamente mediante la construcción acabada. La vida, entonces, viene después.
Pero operar arquitectónicamente con lugares implica formas de concepción, proyecto y hasta construcción e implementación diferentes. En primer lugar, porque no se opera en un espacio abstracto, sino en entidades concretas con características de campo espaciotemporal, afectadas desde un principio por la presencia y población humana. Los lugares son heterogéneos, poblados y estructurados. El arquitecto que opere con lugares no modelará una entidad amorfa, sino que comenzará por reconocer la estructura peculiar del lugar, comprenderá las secuencias de trasformaciones deseables, oportunas o forzosas, los acondicionamientos efectivamente demandados y obedecerá a la vocación de forma del lugar habitado, según las solicitaciones propias del habitante y de sus circunstancias allí y entonces. La vida humana ha tenido lugar desde el principio.

La conceptualización del lugar como la primera herramienta de análisis tanto como de síntesis


Elio Ciol (1929)

La Teoría del Habitar se centra y rota en torno a la conceptualización rigurosa del concepto de lugar.
Es una idea primera y fundamental. El lugar puede definirse como un campo —esto es, una estructura espacial y temporal— significativo para la habitación humana. Esta estructura espaciotemporal constituye un concepto singular tanto en el desarrollo analítico de la Teoría del Habitar tanto como en su necesaria síntesis operativa.
Porque hay que pensar y discurrir en términos de lugar para luego dar forma y figura a las más diversas transformaciones ambientales que se sintetizarán finalmente como lugares.

La constitución tópica y crónica del ser situado


Elio Ciol (1929)

Las personas somos seres situados, lo que quiere decir que existimos en un marco de circunstancias que hacen que tengamos concreto lugar.
Cada sujeto es titular inescindible de su lugar y esto hace de su titular una precisa determinación tanto espacial como temporal. De modo concreto este lugar efectivamente poblado es tanto un espacio como un decurso temporal. Así vamos por el mundo: cada uno con su lugar a cuestas, cada uno portando a la vez la carga de la pasión del mundo tanto como la facultad trascendente de construirlo según una ley singular.
Así, el Mundo que poblamos es, a la vez, uno y diverso.

El ser humano y su circunstancia


Artur Pastor (1922-1999)

Hemos podido afirmar que a la teoría del habitar le incumbe todo aquello que toca al ser humano y su circunstancia.
Esta afirmación, podemos creerlo, no deja afuera ningún aspecto relevante, pero quizá peque de una amplitud excesiva. Parece oportuno señalar en algún modo una perspectiva más específica proyectada sobre este territorio tan vasto. A los arquitectos les interesa el habitar desde el punto de vista en que éste afecta a la conformación material, energética y figurativa de todo el conjunto integrado de transformaciones del ambiente que se realizan con este fin. En los términos más operativos, cómo es que las solicitaciones de la vida humana demandan a la contextura de edificios, ciudades y territorios.
Es desde este punto de vista —que es también un punto de partida— que se ha intentado construir del modo más riguroso posible una Teoría del Habitar.

Un fenómeno de humana presencia y población


Antoni Arissa (1900-1980)

El lugar corresponde a la constitución del fenómeno de humana presencia y población.
Mientras que el mero sitio es apenas una circunstancia vacante, un accidente de las cosas, el lugar señala la situación y acontecimiento de los seres humanos en cuanto son efectiva y concretamente existentes. En cada persona que tiene efectivo lugar se verifica una irradiación de sentido a la coexistencia de personas y cosas que pueblan el mundo. Si las cosas pueden adquirir unos significados y su concatenación mutua constituye un mundo es por obra de la humana presencia y población. Si las cosas pueden adquirir unos significados y su concatenación mutua es porque un sitio se ha transformado, por obra de la existencia humana, en un lugar.

De la lección de anatomía (III)


Plano transversal del cuerpo humano, según Wikipedia

Cuando se compone el eje laterolateral con el dorsoventral se define un muy importante plano anatómico, que se denomina plano transversal.
Por lo general, en arquitectura no solemos considerar tal plano, lo que es extraño, dado nuestro hábito persistente de proyectar en planta, esto es, según un plano horizontal en donde se dispone estratégicamente la forma arquitectónica. Es muy posible que, si fuésemos capaces de considerar el desempeño del cuerpo en tal plano, aprenderíamos cosas importantes sobre la configuración arquitectónica. Este plano compone la acción diferenciada y asociada de las cuatro extremidades del cuerpo. Por ello, todo parece indicar que comprenderíamos mejor cómo se suceden, en este plano, las diferentes esferas pericorporales tratadas por Edward Hall en su momento.

De la lección de anatomía (II)


Plano Coronal del cuerpo humano, según Wikipedia

De acuerdo con el esquema adjunto, si se componen los ejes craneocaudal, por una parte y por otra, el laterolateral se obtiene el plano coronal.
Tal plano parece ser el propio de la figura humana y de su ejemplar representación. En este plano se desarrolla la famosa figura vitruviana que inmortalizara Leonardo da Vinci en su entonces. De esta figura hemos intuido que existe el mensaje de una intuición antiquísima que sostiene el carácter de estructura del cuerpo. Una estructura cuya comprensión nos sería más que conveniente.
Puede que la habitación concreta de tal plano coronal suponga una expansión del cuerpo en torno suyo, en forma tal que allí se alojaría la vivencia de la amplitud y altura conforme, mutuamente relacionadas según una ley que aún no conocemos con la claridad de la evidencia. No obstante, parece haber una regla de proporción en tal plano, que mucho inspiraría a la arquitectura, siquiera de un modo aún intuitivo.
Pero de lo que se trata es de ahondar con rigor en esta cuestión.

De la lección de anatomía (I)


Plano Sagital del cuerpo humano, según Wikipedia

Quizá sea útil considerar el modo en que la anatomía considera la topografía corporal. Cierta topografía corporal.
La composición de los ejes craneocaudal (que atraviesa tanto la cabeza como el sacro) y el dorsoventral resulta en el denominado plano sagital que secciona el cuerpo en dos mitades aproximadamente simétricas, derecha e izquierda. Ahora bien, cabe preguntarse, ¿cómo lo vive el cuerpo? ¿cómo habita el cuerpo su propio plano sagital?
Puede decirse que lo vive componiendo la profundidad perspectiva que se vivencia específicamente mediante la marcha, por una parte, y por otra, la vivencia de la altura emergente de la bipedestación. ¿Qué implica entonces habitar el cuerpo su plano sagital? Marchar del modo humano conquistado evolutivamente: erguido el cuerpo, separado el horizonte de la mirada del eje craneocaudal. Implica entonces distinguir y articular aquello que puede alcanzarse con los pies, en la tierra, de y con aquello que no puede más que entreverse, imaginarse o imprecarse, allá en el cielo.
Es todavía muy pronto para agotar la cuestión, ni siquiera para registrar un claro y decisivo avance, pero quizá estemos adoptando el camino reflexivo correcto.

Punto de inflexión


Mark Eshbaugh

Hasta hoy, de la intuida estructura fundamental del lugar, sólo nos es dado observar y operar con la exposición analítica de la plétora de dimensiones humanas del habitar.
En otras palabras, del conjunto tenemos la enumeración más o menos prolija (y habrá que ver si exhaustiva) de elementos, pero no nos damos cuenta aún de su ley de composición, de aquella regla que hace de la proliferación de componentes una estructura. Debemos afrontar, entonces, un punto de inflexión.
El problema es que, por lo que parece, el carácter de estructura es relativamente accesible a nuestra intuición o sospecha, pero es realmente difícil tratar, mano a mano, con la conformación efectiva de su íntima complejidad. Parece que sólo advertimos aspectos, sin duda interesantes, pero que no logramos, con los fragmentos observados, armar el rompecabezas.
Quizá la solución a este asunto sea apuntar a construir el producto interno de las relaciones mutuas entre las dimensiones del habitar. Tal nuestra empresa, luego de este punto de inflexión.

Más que real (VII)


Noell Oszvald (1991)

Es la presencia humana en el lugar la que hace del mundo una plétora de ocurrencias diversas.


Más que real (VI)


Noell Oszvald (1991)

El cuerpo humano viviente es el instrumento que ordena, mide y pone en valor al mundo.

Más que real (V)


Noell Oszvald (1991)

Sólo a los señores del horizonte le es dado situarse en el borde del mundo.

Más que real (IV)


Noell Oszvald (1991)

Sólo a las entidades liminares le es dado el hondo estremecimiento al cruzar los umbrales.

Más que real (III)


Noell Oszvald (1991)

¿Qué sería de la tierra, el agua, el cielo y el horizonte si no hubiese quien le otorgue existencia, sentido y diferencia?

Más que real (II)


Noell Oszvald (1991)

Las cosas del mundo son más que reales porque soportan la carga de sentido que sólo nosotros somos capaces de conferirles.