Noell Oszvald
(1991)
La
condición liminar de los seres humanos encuentra su específica consumación en
la habitación de los marcos y umbrales.
Confinados
entre el pasado y el futuro, entre la memoria de lo vivido y lo por venir,
entre lo propio y lo extraño, es en los umbrales que nos logramos estremecer
impregnados de existencia. Por ello es apropiado situarse en un marco para
meditar en profundidad. Porque los umbrales son las regiones que la
arquitectura del lugar destina a las instancias críticas de la vida.
De este
modo, puertas y ventanas, arcos y dinteles dejan de ser sumarios agujeros en
los muros para volverse testigos cruciales del pulso de las vidas que tienen
allí su morada.
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