La fachada se pliega sobre sí misma

Édouard Vuilliard (1868- 1940) Venus de Milo (1920)

Conviene a la residencia burguesa disponer de amplias y cuidadas fachadas: una es la piel que reviste la faz pública del edificio, otra es la membrana que se pliega en el salón.
Una función es común a ambas: la presentación y la representación.
Los sujetos se presentan en tanto poseedores de una respetabilidad de propietarios de bienes. Así, la casa burguesa se viste con igual empaque que el cuerpo del habitante y así se tiene lugar tanto en el ámbito público ciudadano tanto como allí donde la residencia se abre con circunspección al relacionamiento social.
Pero lo importante es, como en tantas cosas, el significado connotado: aquello que objetos, rituales de implementación y aún las personas representan. En el salón es donde la familia burguesa constituye su condición en el ámbito apropiado: solemne recinto en donde se celebran cuidadas ceremonias que mucho tienen de actuación en meticulosos atrezos.

Y sin embargo, como casi siempre sucede, el carácter burgués no puede evitar significarse como tal en reveladores detalles como el de la escena mostrada en nuestro cuadro. Sólo a un consumado rastacuero se le ocurriría posar una reproducción clásica… encima de una chimenea.

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