Leonardo da
Vinci (1452- 1519) Estudio de un embrión
(1513)
¿Es
que hay una arquitectura con vocación de vida? Por cierto que la hay. Debe haberla.
Se
trata de unos eventos estimulantes.
No tanto debido a la fotogenia del producto arquitectónico en las páginas
satinadas de las revistas especializadas, sino enervante de las pulsiones
profundas de la vida cotidiana. Esto quiere decir, lugares intensa y
gozosamente habitados, más que vacuidades mostradas.
Una
arquitectura de ocurrencias promotoras
de la buena vida. No se reducen a objetos consumibles; son instrumentos
fértiles para desarrollar una existencia decorosa
En
definitiva, una arquitectura con vocación de vida es aquella que mueve los
sueños. Porque resulta ser lo que en verdad hemos soñado desde siempre.
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