Ciudad
Bolívar, Bogotá, Colombia1
A una hora del centro de
Bogotá, se extiende el inmenso suburbio de Ciudad Bolívar, el más poblado de
las 20 “localidades” de la capital, con un millón de habitantes. Casi todas las
viviendas guardan vestigios de la autoconstrucción que caracteriza toda la
zona. Llegando al barrio de Jerusalén, donde aparece un cinturón de cerros que
marcan el límite de la ciudad, las viviendas son cada vez más pobres aunque
casi todas están construidas con bloques. Los servicios parecen cada vez más
precarios: sólo las calles principales, las avenidas, están asfaltadas; los
comercios y el transporte público son más escasos ; la llanura va dando paso a
cuestas empinadas. Estamos llegando a los suburbios de los suburbios.
Nuestras
ciudades, tal como nuestras sociedades y nuestras economías, son entidades
pujantes, dinámicas, vivientes. Por eso, todas ellas llegan a cansarse y
extenuarse en algún confín.
Lo
malo es que tras esos límites, sigue
habiendo gente: al margen de la ciudad, de la sociedad, de la economía. O bien
las ciudades, las sociedades y las economías se ensanchan, o bien salimos a
buscar la gente de fuera y la
reintroducimos. La vida humana es demasiado valiosa como para que nos sobre
gente en nuestras ciudades, sociedades o economías.
¿Qué
hacer?
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