Reales
Alcázares en Sevilla
Cuando
se confunde la arquitectura con la construcción, el contenido de los signos
tiene como vehículo significante los denominados detalles constructivos.
Así,
la sobreelaboración de la factura de un capitel, de un friso o un arco es
significante de la correspondiente sobreelaboración artesana del artífice: el
valor tectónico es resultado del trabajo maestro y vuelto efectivo en la cosa
construida. Por ello, la aplicación ornamental es una virtud, siempre y cuando
resulte plenamente integrada y autenticada por la forma construida en su
conjunto y por la factura unívoca, coherente y armónica.
Pero
si no se confunde la arquitectura con la
construcción, la cuestión adopta otro cariz. El significante
arquitectónico, propio y específico es una relación
trascendente entre las cosas
construidas y los sujetos que las habitan. El contenido, por ello, no es tanto
el trabajo del artífice y la sobreelaboración de su conducta, sino la
emergencia de modos concretos de vivir en unas circunstancias espaciotemporales
dadas.
Las formas del vivir los lugares
son los verdaderos contenidos del signo arquitectónico.
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