Paul Signac
(1863- 1935) Tiempos de armonía
(1896)
Hoy
se vuelve imperioso superar el falaz fetichismo denotado por el talento
creativo de ciertos profesionales, tenidos por felices e infrecuentes
excepciones.
La
arquitectura, tanto en su carácter de empresa social como de su realidad
cultural involucra de suyo a toda la
sociedad y cultura de un espacio y tiempo específicos. La mejor arquitectura no es una rara ocurrencia, sino la expresión
corriente de la cultura de toda una sociedad en su devenir histórico. Si
nuestra arquitectura corriente es banal, comercializada y mezquina, es porque
nuestra sociedad y cultura se desarrolla en forma adecuada a esos valores.
Por
ello, una necesaria y acuciante necesidad de una sociedad y cultura mejores y
superiores deberá alumbrar una poética arquitectónica humanista.
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