Caspar David
Friedrich (1774- 1840) Viandante ante un
mar de niebla (1818)
Estas
reflexiones han comenzado por preguntarse ¿qué
es lo que sucede con la arquitectura cuando el arquitecto le entrega la obra al
habitante?
En
principio fue la intriga. Pero poco después constituyó una forma apasionada de
arrebato: el habitar seduce como tema, promete fertilidad y devuelve más
interrogantes que certezas. Pero sobre todo, hace falta.
Hoy
puede decirse que algo hemos avanzado, pero en ninguna medida suficiente. El
recorte epistemológico parece más o menos claro, pero no puede descartarse que
deba ser sometido a revisión. Es palpable que aquí y allá surgen muy tímidas
expresiones de interés en pos de unas prácticas profesionales nuevas en su
orientación humanista. Todavía no es posible anticipar unas nuevas formas
arquitectónicas que surgirían, necesariamente, de las profundidades del
psiquismo de los habitantes, antes que del talento individual de los
arquitectos.
No es
mucho, por cierto, pero hay futuro
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