Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XXVIII)


Wilhelm von Gloeden (1856-1931)

Hay un indicio inherente de acción en las imágenes de arquitectura, el momento del encuentro activo, o una "promesa de función" y propósito. "Los objetos que rodean mi cuerpo reflejan su acción posible sobre ellos”, escribe Henri Bergson. Es esta posibilidad de acción la que separa la arquitectura del resto de formas de arte. Como consecuencia de esta supuesta acción, una reacción corporal es un aspecto inseparable de la experiencia de la arquitectura. Una experiencia arquitectónica significativa no consiste simplemente en una colección de imágenes retinianas. Los "elementos" de la arquitectura no son unidades visuales o Gestalt; son encuentros, enfrentamientos que interactúan con la memoria. "En dicha memoria, el pasado es incorporado en las acciones. Más que estar contenido separadamente en algún lugar de la mente o del cerebro, el pasado es un ingrediente activo de los mismos movimientos corporales que llevan a cabo una acción particular", escribe Edward S. Casey sobre la interacción entre memoria y acciones.
Pallasmaa, 2005

Aquí se avanza en una precisión importante. Si antes se contentaba nuestro autor con señalar al cuerpo humano como tal, particularizado en su piel y en el sentido del tacto, ahora se da un paso teórico más adelante: la interacción oportuna entre la arquitectura y el cuerpo humano en acción.
Esto supone una asunción de al menos tres estadios vinculares entre el cuerpo y la arquitectura. En primer lugar, la operación de las cosas. En segundo, su uso. Y, por último, y en un estadio más complejo y superior, la implementación de las cosas del lugar, de su ordenamiento y su arquitectura.
De este modo, se despliega un orden de consideraciones que ya desborda largamente el marco de lo estético específico para comprender la sustancia misma de la arquitectura.

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