Apostar por la filosofía hoy es
rebelarse contra su imposibilidad y su muerte. Esto se ha traducido, demasiado
a menudo, en posiciones justificatorias y en el fondo victimistas acerca de la
defensa de la filosofía, como si fuera una especie en extinción que hay que
preservar en un zoológico. Pero la filosofía no puede justificarse ni mucho
menos preservarse. Todo lo contrario: tiene que practicarse y exponerse. Salir
de allí donde se decreta su muerte para redescubrir su necesidad. Ya en 1978,
la filósofa húngara Agnes Heller escribía: «La necesidad de la filosofía crece
sin cesar; tan sólo la propia filosofía lo ignora todavía».
Marina
Garcés
No hay comentarios.:
Publicar un comentario