Dimensiones de la buena vida (XIX)


Brian Aris (1946)

Resta preguntarse, luego de este examen de dimensiones humanas de la buena vida, qué subsiste de nuestras hipótesis iniciales al respecto.
Parece imperioso e ineludible abordar la tarea de descubrir y liberar la buena vida del manto equívoco que la falsea. La buena vida la llevamos vivida, aunque ignorada en sus aspectos esenciales y sojuzgada por el imperio de una ideología dominante que prodiga en simulaciones.
No es posible ni oportuno confundir la buena vida —asunto social, por el que las personas pueden luchar en forma concertada—con la felicidad, contenido particular anímico que informa a las circunstancias estrictamente privadas de cada sujeto. Pero en lo que toque a la vida social, es imperativo la promoción de los marcos de situación adecuados para la consecución contingente de la buena vida de todos y cada uno de los sujetos.
Por último, pero no menos importante, es claro ver ahora que la buena vida constituye un proceso y no un estado fijo e invariable de condiciones. Porque la propia condición humana es un proceso hacia su propia consumación, si nos lo permitimos y luchamos por ello.
El examen inicial de las dimensiones humanas de la buena vida apenas si se asoma al descubrimiento de aquellos aspectos que buscamos. Es sólo un camino de los tantos que es preciso transitar.

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