Las zonas de reserva del habitar (IV)


Alex Majoli (1971)

En un desolado mundo desmesuradamente alejado, alto y ensanchado, las cosas no suelen estar, de modo adecuado, a la mano.
Esto se agrava porque el hecho de contar con ciertas cosas a la mano opera casi de un modo prodigioso: ciertas cosas acercan otras que, en principio, pueden aparecer muy alejadas. De tal modo, contar con alguna de esas cosas a la mano permite instrumentarlas como acercadoras de otras y como dispositivos que operan como reductores virtuosos de alejamientos, alturas y ensanches. Visto así el asunto, vivir bien consiste no sólo en contar con cosas a la mano, sino también trazar una suerte de trama arborescente de algunas otras cosas que traen a nuevas más remotas a la mano. Así sucede con todo aquello que Bourdieu denomina, sucintamente, capital (sea material o cultural), aunque aquí nos concretaremos a llamar —de modo más general y estratégico— una zona general de cosas a la mano tratada como una región de reserva que ampara de la penuria.
Una zona de reserva constituida con cosas a la mano cuyo valor estratégico consiste en modular las magnitudes conformes del mundo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario