Lo que queda del día (II)


Peter Merts (1950)

Hace ya mucho tiempo que se apagaron los ecos de la conversación.
Y, no obstante, ahí están las sillas, echando un vacío coloquio entre ellas. Las manchas de luz siguen oficiando de fondo a una escena que ya no tiene lugar allí y en ese entonces. Las energías y las cosas persisten en su ser mientras que ha huido su sentido más profundo, no sin dejar improntas y roces. Todo podría acaso recomenzar, pero no lo hace. La vida se reduce aquí a lo ya vivido, con lo que el polvo y ese olor invencible que tanto tememos termina por prevalecer.
Subsiste, sin embargo, el hálito misterioso de lo que ha sido, al que no es indiferente la situación del atrezo y las virtudes del escenario. El lugar ha quedado cifrado por el relato.

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